"GRACIAS POR TRAERNOS A JESÚS"

MUERE NUESTRO HERMANO ABUELITO ARISTÓBULO CHAVES

23 junio de 2014

Mientras viajaba por el Chocó me llegó la noticia de la partida de Aristóbulo para el cielo. Fue lindo haberlo tenido.

En él nos llegó Jesús, o mejor Cristo, dadas las condiciones de sufrimiento y limitación física con las que llegó: sin un ojo, sin una mano y la otra paralizada, junto con todo el lado izquierdo.  Necesitado de amor y atención, lo acogimos en la Ciudad de Dios de Villa de Leyva.  Vivió entre nosotros, comunicándonos su presencia con silencioso amor.

Aristóbulo fue encontrado por un grupo de jóvenes excursionistas, en una vereda de Anapoima,  cerca a la Mesa, Cundinamarca, en una cañada, en una enramada, desnudo, totalmente sucio, sin poderse valer por sí mismo; ni siquiera podía sentarse ya que no contaba con la fuerza de sus manos; tan sólo se arrastraba por el piso como podía, lo que le  causaba graves heridas en su cuerpo siempre llagado y ensangrentado. Al parecer no tenía a nadie en el mundo que lo cuidara ya que no tuvo familia.  Apenas nos contó que algún día, mientras trabajaba cortando caña, un hombre embriagado llegó y sin motivo alguno  le cortó la mano.  Allí comenzó una tragedia muy dolorosa, agravada por un accidente cerebrovascular que le hizo perder la movilidad de la otra mano y todo el lado izquierdo. Días antes, a consecuencia de la picadura de una avispa, había perdido uno de sus ojos.   De esta persona, en tales condiciones, sólo se conmovía una anciana que le llevaba algunos alimentos “en un platico, para que comiera”.

Gracias Señor por haberlo traido a nosotros;  por su compañía y presencia durante un par de años; gracias porque las hermanas del Carmelo Apostólico pudieron despedirlo. Estaba en cuidados intensivos y al llegar las hermanas se despertó, las reconoció, las saludó  y se alegró con ellas, con su visita. Luego se durmió  un par de días más y finalmente, el 23 de junio, partió para el cielo a la edad de ochenta y un años. Silenciosa e íntimamente celebramos su partida con la eucaristía conventual el día 8 de julio, en compañía de los abuelitos, hermanas, empleados y habitantes de la Ciudad de Dios de V de Leyva. Sobre su ruana se colocó la urna de sus cenizas y un cirio; al frente un florero que nos hablaba de las muchas virtudes de este pequeño hombre, grande para Dios y que fue todo un regalo para nosotros, como se lo expresamos al joven que lo trajo a la Ciudad de Dios: “gracias por traernos a Jesús”.

Fray José OCD.