El Amor Misericordioso de Dios

Santa Teresita del Niño Jesús

Reconocí claramente y me convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra,  que el amor es eterno.

Entonces, llena de una alegría desbordante exclamé:

“Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor.  Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío.  En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo yo seré todo y mi deseo se verá colmado”.   

“Tu amor Jesús llega hasta la locura”

Enloquecida de amor, Santa Teresita cantará eternamente la misericordia de Dios, que le regala su amor a manos llenas de manera gratuita, para que dejándose amar y mirar por el Amor Supremo, venza el temor y el miedo a su miseria y pequeñez y se arroje confiada y agradecida en los brazos del Padre amoroso.

Teresita ha descubierto el Amor Misericordioso como una gracia dada personalmente a ella: “A mi me ha dado su Misericordia infinita”; cree en ese amor, se consagra a él con una confianza infinita y se da a la tarea de “Hacer amar a Dios como yo le amo”. El Padre amoroso se complace en su pequeña hija, quien gustosa acepta el “permanecer siempre pobre y sin fuerzas” amando su pequeñez, deseando ser pobre de espíritu, con la esperanza permanente de ser transformada en una llama de amor y consumida por el fuego ardiente del Amor Misericordioso, que sólo le pide como condición el dejarse amar; permanecer pobre, pequeña, débil, eternamente confiada en Aquel que mirándola la embelleció. Y derramándose en ella , le agració, haciéndola morada permanente de su presencia trinitaria. “La confianza y nada más que la confianza, es la que debe conducirnos al amor”.
“Lo que le agrada es verme amar mi pequeñez y mi pobreza; es la esperanza ciega que tengo en su misericordia... He aquí mi único tesoro...” Teresa descubre el Amor Misericordioso cuando “Reconoce que nada había en ella capas de atraer sobre sí, su divina mirada, que sólo su misericordia ha obrado todo lo bueno que hay en ella” (Ms A.F. 3v). Desde entonces, su vida será un Magnificat permanente. El amor de Dios se renueva de generación en generación; es un amor electivo y creador que acoge, cobija, salva, socorre, perdona; un amor dirigido a su Pueblo, pero concretado en cada persona. “Tu eres un Dios pronto a perdonar, clemente y misericordioso, tardo a la ira y lleno de bondad”. Ese amor misericordioso se ha posesionado del amor pobre de Teresita, enamorándose de ella, asumiéndo sobre sí su miseria, revistiéndola con el manto de su divinidad. Dios se ha enloquecido en favor de los pequeños de la tierra, y su Misericordia hace gritar a Teresita con gemidos de eternidad: ”¡Oh Jesús, déjame que te diga, en el exceso de mi gratitud, déjame que te diga que tu Amor llega hasta la locura...! Cómo quieres que ante esta locura mi corazón no se lance hacia tí? ¿cómo habría de tener límites mi confianza..?

p. José Arcesio Escobar