SALUDO DE PASCUA

Carta primera

Aeropuerto el Dorado, 17 de abril de 2017

“El Señor ha resucitado”. ¡También se nos ha aparecido a nosotros! ¡Estamos alegres y agradecidos!

“Comunicadle a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán” (Mt 28,8-15). Este es el mensaje que nos regala el Señor a través de su Palabra, hoy lunes de Pascua.

 

Hemos terminado la celebración de la Semana Mayor o Semana Santa y tenemos el corazón lleno de gozo, de fiesta, de celebraciones litúrgicas hermosas, del silencio amoroso del Resucitado y de la contemplación adorante de Jesús en los monumentos, tan bellamente preparados en la Ciudad de Dios de Villa de Leyva y en cada una de las Ciudades de Dios, para expresar nuestro amor infinito a quien de manera ilimitada se  ha presentado ante nosotros como el Cordero y la Víctima, como el Sacerdote y el Altar, como el Salvador que muriendo nos redime y da vida nueva.

Es hora de continuar el camino, de volver a Galilea, a nuestro trabajo y a nuestra vida ordinaria. Volvemos a lo mismo de cada día pero con una fuerza nueva que es la fuerza del Espíritu de Jesús Resucitado y glorificado para ser testigos de la resurrección y de la presencia viva de Jesús entre nosotros.

Esta mañana, a las 5:30 am, mientras los hermanos se preparaban para iniciar su oración y su Lectio Divina, algunos de nosotros partíamos para Bogotá, como los discípulos de Emaús, cada uno a compartir la misión que el Señor nos ha encomendado. Nos sumergimos en oración durante el viaje, a la vez que compartimos  nuestra experiencia de lo vivido en estos días, los hermanos que el Señor juntó para recorrer este camino de regreso a la Capital: Alexis Londoño, Jorge Botero, Hna Aurora Betancur cm, Margarita Palacio y este servidor.

Con mucha claridad descubrimos que así como los discípulos, el día siguiente a la resurrección, se pusieron en camino de regreso a Emaús, también en nosotros se actualizaba esa simbólica experiencia. Mientras viajábamos, igual que los discípulos de Emaús, experimentábamos que nuestro corazón ardía en la medida en que íbamos compartiendo la experiencia de lo vivido en el retiro de Semana Santa y contábamos cómo percibíamos la manera como  Jesús resucitado estaba con nosotros.

Jorge decía que el Señor le enviaba a Toberín, lugar de su trabajo; Margarita a su hogar  y lugar de servicio, Alexis y Hna Aurora sentían que el Señor los enviaba a su Galilea, la Ciudad de Dios de la Gloria, lugar donde viven, y yo me sentía enviado por el Señor rumbo a Italia para el encuentro con los hermanos del MEC (Movimiento Eclesial Carmelitano) en los Ejercicios Espirituales en la ciudad de Legnano y no sé dónde más me enviará a anunciar su Palabra y a testificar su presencia viva entre nosotros.

Todos los hermanos que íbamos viajando, o que viajaron ayer, sentirían la misma experiencia y el miso llamado a “Ir a Galilea” donde lo veremos, presente en cada persona, en todos aquellos con los que interactuamos y construimos juntos el mundo que el Señor nos confió.

A Jesús no lo veíamos con nuestros ojos corporales pero si lo veíamos en los hermanos y lo sentíamos en la comunión y unidad de alma que experimentábamos.

El viaje se nos hizo muy corto ya que la presencia del Señor era palpable y evidente.

Yo voy para Italia porque me han pedido dar testimonio de lo que el Señor está haciendo entre nosotros para ayudar a los hermanos, según me han dicho, a percibir la presencia del Señor de manera más concreta ya que dice el P Antonio Sicari, fundador del MEC, que “la fe en Italia es muy intelectual y que necesitamos experimentar al señor actuando y presente en la vida”. Por eso me invitan para hablar a más de 1400 personas de diferentes países, durante treinta o cuarenta minutos, inicialmente, y luego encuentros múltiples con diferentes grupos y comunidades en distintos lugares del norte de Italia.

Yo me he venido despojado, con las manos vacías, dispuesto a comunicar sólo lo que  el Señor me inspire en ese momento. No obstante, el evangelio de hoy me da una luz y siento con fuerza en el corazón que eso es lo que debo hacer: “Id a mis hermanos y decidles que vayan a Galilea, que allí me verán”. ¡Que se lancen en el nombre del Señor, no con tantas razones sino desde la fe y que comiencen a obrar que Dios les ayudara!. Sólo hay que disponerse y comenzar a actuar en el nombre del Señor.¡ Hay que arriesgar, arriesgar, correr el riesgo en el nombre del Señor, lanzarse y obrar en su nombre!. ¡Arriesgarse sin miedo, con fuerza, confianza y determinación!

Este es el mensaje para los Italianos y para todos los hermanos y hermanas de la Asociación de Carmelitas de san José y para todos los miembros de la familia de las Ciudades de Dios, que nos pongamos en camino con el resucitado, con Jesús que camina a nuestro lado y nos lleva a optar, no por lo que más nos gusta sino por aquello que corresponda a su voluntad y a hacer presente la experiencia pascual.

Nuestra Galilea es la vida de Nazaret, la vida cotidiana y es allí donde encontraremos y veremos a Cristo Resucitado, vivo y presente. ¿Qué vamos a hacer en cada Emaús y en cada Galilea?: Orar, Amar y Servir. Hacerlo todo a la manera de Jesús y con Jesús, por Jesús presente en los hermanos, en los pobres, en la familia y sociedad. Hacer todo lo que nos corresponde con alegría y gozoso despojo, acogiendo la luz que la santa madre Teresa nos da de esta  su experiencia cuando exclama: “Vivo sin vivir en mí, i tan alta vida espero, que muero por que no muero”.

Vivir el presente sin apegos de nada, solo orando, amando y sirviendo, dispuestos a disfrutarlo todo y a perderlo todo si fuere necesario, al recibir alguna indicación divina en cualquier momento y circunstancia que se nos presente.

Esta vivencia nos llevaría a vivir en Cristo y a Cristo en nosotros con gran libertad: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20). “¿Pero, cómo hacer que Cristo viva y se manifieste en mi y a través de mí, pregunta Jorge, ya que está presente pero no sabemos cómo dejarlo actuar?”

Despojándonos de todo y de nosotros mismos, de toda autoafirmación egoísta, dejaremos que Cristo viva entre nosotros, actúe y se manifieste a los hermanos. Vamos a nuestra Galilea  a vivir la experiencia que llevamos dentro como fruto de esta Pascua y anunciemos al Señor, no con discursos y predicaciones compuestas, sino con el testimonio de una vida sencilla y amorosa, dándoles sentido e importancia al encuentro con nuestros hermanos, y obrando en todo con amor al estilo de la familia de Nazaret.

Hoy está aconteciendo entre nosotros el milagro de la Pascua, de la presencia de Jesús resucitado entre la multitud, las calles, en todas partes. Pidamos ojos amorosamente contemplativos para descubrirlo y hacerlo ver a los hermanos.

En cada Ciudad de Dios tenemos mil oportunidades para vivenciar la Pascua, para vivir y caminar con Jesús. No neguemos esta gran oportunidad a la gente, seamos mediación de esta gracia para todos aquellos con quienes convivimos . Procuremos que todos, pero de manera especial los pobres, experimenten el paso del Resucitado por sus vidas a través de nuestra generosidad, compasión, donación y ayuda concreta.

No imaginemos que tenemos que hacer muchas cosas, tan solo tenemos que permitir que el Señor haga, que Él sea en nosotros, que él nos acompañe y salve.

No tenemos que imponer nada, no hay que presionar a nadie, tan solo vivir en el Espíritu de Cristo Resucitado y vivir de manera intensa, plena y gozosa el día a día, con sus alegrías y sus afanes, haciéndolo todo en el nombre del Señor y por el Señor.

“No tengáis miedo: Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea que allí me verán”.

¡FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN PARA TODOS!

Su hermano

Fr José Arcesio Escobar E. ocd