LA CIUDAD DE DIOS CASA TALLER DE SONSÓN
Villa de Leyva, 9 de abril de 2022
Con inmenso gozo regresamos a Sonsón a beber de las fuentes de nuestros orígenes, que inspiraron la creación de las Ciudades de Dios y de la Asociación Carmelitas de san José.
El día 29 de marzo de 2022, a las 6pm, en la Iglesia del Carmen, celebramos una eucaristía íntima y familiar, presidida por el P Nelson Londoño, carmelita descalzo, para acoger a las hermanas Carmelitas de Nazaret, y dar así, a partir de ese momento, por inaugurada la Ciudad de Dios Casa Taller Para la Mujer y el Niño, Rocío Gómez Londoño.
Los orígenes
Cuando yo recibí la gracia del sacerdocio ministerial, el 14 de agosto de 1988, tres días después, llegué a Sonsón, en compañía del P Carlos Alberto Monsalve, hermano de comunidad y compañero de ordenación, para iniciar una bella y maravillosa aventura de seguimiento del señor y de servicio a los más pobres.
A partir de un grupo de oración que creamos en la Calzada, zona de prostitución del pueblo, se constituyó la Corporación Casa Taller para la Mujer y el Niño, manantial de vida abundante, para las mujeres y niños del sector, como también para este carmelita descalzo que llegaba lleno de ilusión, energía y fuego en el corazón, para estrenar su sacerdocio y donarse por entero a la obra evangelizadora y a la construcción del Reino, haciendo presente al Señor en medio de los marginados y discriminados habitantes de la zona de prostitución, sector que hacía parte de nuestra parroquia, y en todos los corazones de los sonsoneños que me acogieron con inmenso amor y apertura.
En Sonsón aprendí a ser sacerdote. Todo lo que me enseñaron en las aulas de la universidad Javeriana y en los claustros del Teresianum de Roma, encontró un espacio real donde encarnarse, donde hacerse concreto y acceder a una teología en la vida y realidad de la gente; en Sonsón me enseñaron a ser discípulo del Señor y representante suyo en la tierra. Allí fui muy feliz. En ese lugar se quedó parte de mi corazón. En esa tierra y en esa parroquia carmelitana, Dios me fue labrando y moldeando para que después de varios años, me lanzara a la creación de una nueva aventura de fe y amor, la fundación de la Asociación Carmelitas de san José, con sus cinco ramas, entre ellas la comunidad de las Hermanas Carmelitas de Nazaret, que son quienes vinieron a Sonsón a asumir toda la labor de Casa Taller en este momento de su historia.
Desde hacía un tiempo largo, los hermanos y hermanas de la comunidad, incluyéndome a mí, acariciábamos el sueño de ir algún día a Sonsón a abrir una casa que nos permitiera volver a tener un contacto con nuestras raíces carismáticas y una experiencia directa con la gente pobre que el Señor me regaló para que fuera parte del rebaño Él me confiaba, y de esta manera conectar la vida de los hermanos y hermanas con las fuentes que dieron origen a un carisma fundacional nuevo en la iglesia, teniendo como fundamento los pilares que sostienen nuestra comunidad que son: orar, amar y servir.
Este sueño era hermoso, pero no se veía fácil de realizar, dado que la Casa Taller tenía su dinámica propia y allí estaba una comunidad religiosa al frente de esa obra.
Como llevado de la mano por el Espíritu del Señor, tuve un bello encuentro con el P Nelson Londoño, carmelita descalzo, quien nos abrió las puertas de la parroquia, haciéndonos partícipes de todos los apostolados y posibilidades que allí pudiéramos tener. Incluso acordamos el alquiler de una casa que en años anteriores fue donada por una familia a la parroquia y que con la ayuda de las hermanas del Carmelo Apostólico de Francia y el empeño constante del P Guillermo Antero, se pudo adaptar para que ellas vivieran allí. Más adelante las hermanas compararon una casa grande, donde ahora viven y llevan adelante el apostolado con los niños necesitados. Acordamos que, a partir del 1 de enero de este año, los Hermanos Carmelitas de san José, harían presencia en esa casa y se iniciaría una obra de acercamiento a la población de Sonsón, sin saber exactamente a qué nos dedicaríamos. No obstante, sentíamos que era un trabajo pastoral con la gente de la zona de prostitución del pueblo, con los drogadictos, mujeres y niños golpeadas por este flagelo de la pobreza que los lleva a la prostitución, drogadicción y delincuencia.
De repente, cuando nos dispusimos a tomar posesión del inmueble que habíamos alquilado, las cosas cambiaron y ya no pudimos disponer de esa casa. Pensamos que el sueño se había derrumbado y que todo había sido una ilusión. No obstante, algo en el corazón nos decía que no nos habíamos equivocado en el discernimiento y una llama de esperanza seguía ardiendo en el corazón de todos.
Pero los milagros existen y san José trabaja de manera incansable para hacer que nuestros sueños se cumplan. Pocos días después de recibir la negativa de alquiler de la casa que nos había ofrecido la parroquia, recibí una llamada telefónica de parte de la madre provincial de las hermanas Misioneras Teresitas para decirme: P Arcesio, el Consejo de la Comunidad ha determinado que las hermanas no deben continuar trabajando en la dirección de Casa Taller y lo llamo para pedirle que si usted, que nos llevó a Sonsón y nos encomendó esa obra, nos la puede recibir con una de sus comunidades.
Mucho me sorprendí con esa llamada. Era como una fantasía, pues todo lo que habíamos soñado y pedido a san José, se estaba realizando de manera exacta y puntual.
Una vez conocida la renuncia presentada por parte de las hermanas a la dirección de la Casa Taller, la junta me pidió considerar la posibilidad de que nosotros asumiéramos esa obra.
Todo esto era un verdadero milagro que presenciábamos, un sueño que se hacía realidad, como en las películas de ficción. Sin embargo, yo no tenía a quien enviar allí, pues los hermanos ya no podían hacerlo y las hermanas apenas estaban en formación. Es verdad que teníamos ocho novicias y tres de ellas irían a profesar apenas el 1 de mayo. Las hermanas Teresitas entregarían la obra lo antes posible, de todas maneras, no después del mes de marzo.
Ante esta realidad, tomamos la determinación de asistir a la asamblea ordinaria de Casa Taller, citada para el día 5 de marzo. Participamos parte de los miembros del Consejo de nuestra Asociación Carmelitas de san José: Hna. Gloria Anaya, Hnos. Jorge Botero, Enmanuel Rojas y este servidor, acompañados también por la Hna. Belén Cárdenas. Allí asumimos esta responsabilidad de la Obra, optando por anticipar la profesión de las tres novicias para el día 25 de marzo, de tal manera que pudiéramos enviar a Sonsón a la hermana Juanita Nieto, una de las hermanas que iban a profesar, y enviar a otra Hna., Yuliana López, que también profesaría en esa fecha, a san José del Guaviare, a reemplazar a la hermana Camila Balaguera, quien sería nombrada como superiora de la casa y Directora de la Corporación casa Taller. Y así se hizo.
Otra determinación importante fue la que asumió la asamblea, y fue la de asumir como Ciudad de Dios a la Casa, dado que nuestras leyes nos piden trabajar sólo en, o desde las Ciudades de Dios. De esta manera se constituyó la Ciudad de Dios Casa Taller para la Mujer y el Niño, Rocío Gómez Londoño, permitiéndonos enviar una comunidad religiosa a trabajar en dicho lugar. Se determinó que el representante legal fuera siempre el superior general de la Asociación Carmelitas de san José y una hermana suplente, que sería la directora de Casa Taller.
El domingo 27 de marzo viajamos desde Villa de Leyva, la hermana Gloria, las hermanas Camila y Juanita, el hermano Enmanuel y este servidor, para tomar posesión de la casa y disponernos a caminar con nuestra gente de la Corporación y la gente de Sonsón. Por primera vez dormí en Casa Taller, a pesar de que durante tantos años visité ese magnífico pueblo y estuve viviendo allí durante cinco años.
Aunque contábamos con muy poco tiempo para hacer una inducción a las hermanas, sin embargo, vivimos una muy bella experiencia recorriendo las calles de la Calzada o zona de prostitución antigua, donde todo comenzó.
Allí recordamos muchas personas, experiencias y lugares, muchos de los cuales ya no existen, sobre todo los bares y cantinas donde realizábamos el grupo de oración. Encontramos personas conocidas, varias señoras y sus hijos, que ahora ya son grandes, y continúan la misma historia dura de supervivencia. Como siempre, fuimos entrando de casa en casa para bendecir estas pobres e impecables viviendas, y para orar por sus moradores. La acogida de parte de todos fue hermosa y qué no decir de la alegría que expresaban de manera espontánea y bulliciosa las señoras con las que trabajamos tantos años.
La hermana Gloria permaneció en Sonsón durante una semana más, acompañando a las dos hermanas que iniciaron su misión de inmediato, llenas de gozo, encontrándose con muchas personas, visitando los hogares de los niños y abriéndose a la novedad de Dios en este maravilloso paisaje pastoral de misericordia que el Señor nos confía.
Fr José Arcesio Escobar ocd.