LA PRIMERA, LA ÚNICA Y LA ÚLTIMA
El misterio de Belén llena el corazón de infantil alegría y de un gozo indecible que nos transforma desde dentro y nos lleva a querer expresar lo mejor de cada uno, comunicando nuestro amor a los demás. Por unos pocos días, el planeta vive con mayor fuerza la invitación de Jesús a hacernos como niños (Mt 18, 1-11). Es quizás, para la mayoría de los seres humanos, la mejor época del año para expresar sentimientos y buscar la unidad y comunión de la familia, generalmente en torno al misterio del pesebre, a la mesa compartida, a los regalos como manifestación exterior de los sentimientos más profundos que nos mueven en el interior.
Es hermoso hacer la dinámica orante de sentirnos uno con María esperando el Niño, unirnos a José y mirar desde él este gran misterio; sentirnos uno de los pastores o reyes magos para presentarnos ante Jesús recién nacido y dejar que broten nuestros mejores sentimientos de amor hacia Él. Todo esto nos ayuda a orar y contemplar y a permanecer sumergidos en el Señor durante estos días de espera y oración. Mejor aún, pensar que cada persona con la que nos encontramos es el mismo Jesús, que lleva a Jesús en su corazón y en su ser y, por tanto, que cada encuentro es grandioso porque sucede con el Niño de Belén, no en un pesebre sino en una persona concreta, sin importar su apariencia y figura. Allí tengo la posibilidad de amar en concreto, de amar a Jesús olvidándome de mí, de mis gustos e intereses, para pensar qué necesita el otro, qué le gustaría que hiciera por él, qué puedo aportar desde mi realidad y mi RENUNCIA personal para que el otro se sienta amado, acogido, ayudado.
Silenciemos el corazón y los pensamientos para entrar en Adoración Atenta y Contemplativa, cayendo en la cuenta de la cercanía del Señor entre nosotros y la posibilidad de amarlo y servirlo en concreto. Seamos como Juan el Bautista, “antorchas que arden y resplandecen” (cf Jn 5, 33-36). Es tiempo de vaciamiento, de olvidarnos de nosotros para pensar en Jesús y hacerlo feliz, pensando en los hermanos y procurándoles un poco de felicidad, de descanso, asumiendo en parte sus cargas, tomando sobre nuestras espaldas sus trabajos, sus preocupaciones y posibilitando que la Navidad tenga una expresión concreta de amor, compromiso y servicio.
Sintámonos ángeles que anuncian buenas noticias, lógico que sin ignorar las tristezas y dificultades del momento presente, las cuales ya conocemos todos de sobra, pero centrémonos nosotros en Ser Bendición para los demás, comuniquemos cosas buenas, leamos los signos de los tiempos y de la presencia de Dios entre nosotros y comuniquémoslos a los demás; miremos con lupa y corazón limpio la vida de los hermanos, yendo más allá de sus propios defectos visibles a primera vista, y, escudriñando, escarbando en la mina del corazón del otro, saquemos a relucir lo bueno que tiene y comuniquémoselo a él y a los demás. Descubramos las cosas buenas que nos rodean y los acontecimientos bonitos que percibimos y de los cuales somos testigos; tengamos una mirada de amor sobre toda la realidad, personas, sucesos, sobre la vida que nos tocó vivir y que asumimos con gozo y esperanza, como una gran oportunidad que Dios nos da de hacer presente su Reino en este tiempo concreto de la historia.
Es tiempo propicio para ORAR, AMAR Y SERVIR. Démosle cuerpo y forma a estos tres principios haciéndonos niños de verdad, desde el corazón, uniéndonos al Niño de Belén que vino a darse, a ser buena noticia para todos, a cumplir su misión redentora en el mundo. Hagámonos uno con Jesús y vivamos esta Navidad como si fuera la única oportunidad que tenemos en la vida de vivir una experiencia así, es decir, pensemos como si fuera ésta la única Navidad que hayamos vivido en serio y la única que podemos vivir; así seremos más conscientes de esta gran oportunidad y regalo que Dios nos hace y viviremos a plenitud el misterio de la espera y la esperanza que nos conduce a la unión y comunión con el Señor, el Emmanuel, el Dios con nosotros.
Caminemos de la mano con san José para recorrer estas novenas, este camino hacia Belén al encuentro con el Niño, con el Señor hecho Hombre en toda su realidad.
FELIZ NOVENA DE NAVIDAD Y, ¡A TRABAJAR!
Letrilla Navideña de san Juan de la Cruz
Del Verbo divino
la Virgen preñada
viene de camino:
¡si le dais posada!
Fr. José Arcesio Escobar, ocd.